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Hay puntos que respetar de las bandas, uno de
ellos, es arriesgarse a darle un giro al timón y cambiar de rumbo, muchas veces
arriesgando su legado, suena exagerado, pero, si tomamos en cuenta el éxito con
el que cuentan, Los Arctic Monkeys pudieron seguir viajando con bandera de
formula conocida y asegurar el éxito. Esto ultimo es lo que marca la diferencia
entre músicos y productos comerciales. Entre genios y músicos mercenarios.
La banda originaria de Sheffield, Arctic
Monkeys presenta su séptimo álbum de estudio, The Car, a través del sello
Domino. Han pasado cuatro años del lanzamiento de Tranquility Base Hotel &
Casino, material que dividió opiniones entre los fanáticos y que representó un
cambio formal, otro más, en el sonido del grupo. Acá el disco en
Spotify
En esta ocasión se continua sobre esa misma
línea, ya que el primer tema “There´d Better Be A Mirrorball” funciona como
puente al disco anterior, y como base de lo que escucharemos en los siguientes
temas. También sirve como advertencia, porque como sabemos, bajo ésta no hay
engaño.
Para los que decidan continuar hay
recompensas, la principal, una banda mucho más cómoda en esta nueva era, por
ejemplo, en “I Ain´t Quite Where I Think I Am” se libera del pánico escénico.
Guitarras funk juguetonas, sexys y descaradas, elevadas con grandes arreglos
orquestales que manejan el estado anímico de la canción. Remonta a los tiempos
de AM pudiendo incluso formar parte de éste en alguna versión deluxe.
Si el anterior tema recuerda a materiales
pasados, “Sculptures Of Anything Goes” nos lleva más atrás, a la era Humbug.
Obscura, pesada y minimalista, con una base rítmica que te respira en la
espalda, mientras la voz te increpa de frente, haciéndote sentir a gusto en
este incomodo lugar.
Body Paint” es el sencillo estrella, en el que
podemos ver con mayor claridad las intenciones y la dirección que tomó la banda
en este álbum. Monumental y dramática, que funciona de manera distinta cuando
se presenta en vivo, un nuevo clásico de Arctic Monkeys, que irá encontrando su
lugar en los próximos años dentro del setlist.
“Hello You” resalta por su rareza, muestra
posibilidades no exploradas en los demás tracks, al reacomodar todos los
elementos que están presentes en el disco. Ya que la atmosfera cinematográfica
rodea tanto el ambiente, la podríamos describir como la secuencia de acción
dentro de la película.
Por último, destacar “Perfect Sense” que da un
cierre redondo al material, se entrega totalmente a los instrumentales,
siguiendo la analogía con el cine, es un final abrupto, deja muchas cosas al
aíre, pero no inconclusas, como si preparara una secuela. Cosa que siempre
sucede con el grupo, ya que realmente se puede trazar una línea narrativa en su
discografía.
En conclusión, es un gran álbum, consecuente
mas no continuista. Mantiene la esencia de Arctic Monkeys; las letras cripticas
de Turner, y la fuerza instrumental del conjunto, con menor intensidad, pero
mayor precisión, es obvio que Alex es el motor creativo, pero Cook, Helders y
O´Malley marcan la dirección.
También, es evidente que los tiempos de las
escapadas nocturnas, las peleas de bares y los amores de trastienda quedaron
atrás, y ahí deben quedarse, como recuerdos a los que podemos llegar desde la
nostalgia y no como una constante necesidad de revivirlos.
Sin duda podrían repetir su fórmula hasta el
cansancio, como muchos de sus contemporáneos.
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